lunes, 15 de junio de 2015

TAST A LA RAMBLA (BARCELONA, DEL 12 AL 14 DE JUNIO DEL 2015)


Los pijos más fieles recordaréis que hace exactamente un año nos dejamos caer por la primera edición de Tast a la Rambla, una muestra de tres días de duración en la que lo bueno y mejor de los restaurantes barceloneses dan a conocer sus propuestras en la parte más baja de las Ramblas, justo tocando a Colón. Pues bien, como la experiencia de 2014 estuvo muy bien, este año decidimos repetir. Pero como la economía es la que es y los Pijos tampoco es que estemos para muchos dispendios, decidimos, por un lado, reducir las tres visitas del año pasado a una sola y, por el otro, concentrarnos en aquellas viandas digamos menos gastro. No nos engañemos: si lo que te tira son las espumas y los trampantojos, te vas a dejar un riñón en tickets... o te quedarás con hambre. Observaréis, por tanto, que en esta ocasión el dominio de los bocatas y molletes es aplastante. Por lo demás (logística, precios, etc,...) es casi lo mismo que hace doce meses. Sin más dilación, aquí tenéis el menú pijo de esta edición:



 
Yema de huevo crujiente con gelatina de setas (Disfrutar)

El ejemplo perfecto de lo que comentaba hace un momento. Esta exquisitez de Disfrutar (el restaurante que abrieron recientemente en Barcelona los tres últimos jefes de cocina de El Bulli) tiene sentido dentro de cualquiera de sus menús degustación, pero en una muestra como esta... pues sabe a poco, la verdad. Y, oye, que estaba buenísimo (la textura de la yema y el sabor de la gelatina eran sublimes) y además muy bien presentado (dentro de media cáscara de huevo), pero te da la impresión de que está descontextualizado.  Mucha gente opinará que para eso están este tipo de ferias. Y puede que tengan razón, no te digo que no. Eso sí, 4,50 euros, no lo olvidéis.


Bocadillo de pollo de corral a la catalana (Restaurant Sergi de Meià)

Nada más leer el tríptico con toda la oferta de la muestra, subrayé con la mirada el plato de uno de mis más claros objetivos pendientes dentro de nuestra querida ciudad, el restaurante Sergi de Meià. En este negocio, el propio Sergi y su madre Adelaida ofrecen tres servicios diarios, desde los desayunos de cuchillo y tenedor (de los que se encarga la mare) hasta los almuerzos y las cenas (en manos del hijo). ¿Y qué es lo que cocinan? Cocina catalana pura y dura pero puesta al día. Dicho esto, tiene sentido que su propuesta para el Tast fuera un aparentemente sencillo bocata de pollo. Y digo lo de aparentemente porque ese pollo llevaba horas cocinándose a baja temperatura, mezclado con butifarra, ciruelas, hierbas y muuuuuucho amor, casi el mismo que desprendía la señora Adelaida cuando le pedías uno. Cuando le hinqué el diente, sentí un deseo fervoroso de ir a abrazarla y darle las gracias por algo tan simple y a la vez tan grande. Un puto diez. Ya os adelanto que el resto de platos no estuvo a la altura de tamaña delicatessen. Menos es más. Mucho más. 


Croqueta de tinta (BistrEau de Ángel León)

Otra asignatura pendiente sería visitar la franquicia (creo que podríamos llamarla así) de su templo en El Puerto de Santa María, A Poniente, que Ángel León abrió el año pasado dentro del ultra-lujoso Hotel Mandarín. Pero corre menos prisa que el anterior, pues lo visitamos hace unos pocos años . En esta ocasión, su equipo nos preparó unas croquetas de tinta, hechas a base de calamar y, como su nombre indica, de su propia tinta. Estaban espectaculares, pero en nuestra modestísima opinión no superan (igualarían, en todo caso) a las de chipirón de El Xiringo, en la Barceloneta (próximamente en este vuestro blog).


Mollete de calamares (Paella Bar Boqueria)

Otro negocio de reciente apertura es el Paella Bar Boqueria, situado en los aledaños del saturadísimo (ay, esos turistas...) mercado de Sant Josep. Ofrecieron al respetable un bocadillo de calamares servido en un mollete y acompañado de hiervas, mayonesa y tomate natural. No llegaba ni por asomo a los de la plaza Mayor de Madrid, pero entraba muy bien, la verdad, no se hacía para nada empalagoso. De todas formas, teniendo en cuenta que en Barcelona no hay ni un sitio donde sepan prepararlo como Dios manda (suelen ser mazacotes de difícil ingestión), este pasa por ser un buen comienzo. 


Bun de cerdo ibérico a la cantonesa (dos palillos)

Después del mojito japonés del año pasado, este bocata supo a poco. Y estaba de muerte, si hablamos de sabor. Pero da la impresión de que no se lo han currado demasiado a nivel creativo. Eso sí, hay que destacar, que servían dos bunes con cada ticket, un detalle. Tanto el pepino como la col y la salsa lo hacían muy digerible, y la carne no estaba nada grasienta. Muy bueno, sí señor.


Summer time (Baixas)

El único postre fue esta especie de bizcochito a base de yogur helado y frutas del bosque.  Muy bueno, ayudó a bajar la grasa de los bunes. 


La crujida (segunda edición)

El monto total de la operación ascendió a treinta y ocho euros, treinta y seis de los tickets y dos de una cerveza. Comido lo comido (y a diferencia del año pasado) nos pareció un poco caro. Nos dejamos un montón de platos en el tintero (los calamarsons de xarxa con cebolla y garbanzos de Gaig, la coca de tártar de ternera con trufa de verano y parmesano del Informal...), pero el bolsillo, en esta ocasión, no estaba para muchas hostias, así que esperaremos a que el año que viene la cosa esté mejor y, ya puestos, deseando que moderen un poco los precios. ¡Ada, amiga, míratelo cuando tengas un momento, porfa!